Propósito – Ir despacio, reflexionar en la palabra de Dios, y escuchar la voz de Dios, posiblemente relacionada a algo que deberías soltar.
Este estudio usa el método Lectio Divina, uno de los acercamientos más antiguos al estudio de las escrituras. Lectio Divina es diferente de otros estudios de las escrituras, con este método escuchamos más y experimentamos a Dios comunicándose con nosotros a través de las escrituras en lugar de leer para obtener conocimiento.
Preparar Encuentra un lugar tranquilo, de descanso, libre de distracciones. Toma algunas respiraciones profundas; sube tus brazos lentamente mientras inhalas y bájalos lentamente cuando exhalas. Libera tu mente de las preocupaciones nombrando cada una mientras inhalas y liberándolas mientras exhalas. Siéntate tranquilamente por unos momentos; escucha los sonidos del lugar.
Leer Lee el Salmo 55 lentamente y pensativamente. Enfócate en la lectura lenta y repetitiva. Enfócate en la palabra/las palabras/frase que te hablan. Escríbelas. Escucha la voz de Dios hablándote.
Meditar Meditar es recordar el texto activamente en tu mente y abrirte a ti misma al movimiento del espíritu. Deja que las palabras escogidas entren en tu conocimiento y se conviertan en parte de ti. Permíteles interactuar con tus preocupaciones, recuerdos, esperanzas, temores, y emociones.
Toma tiempo para reflexionar en una sección del salmo; enfócate en las palabras o frases que resaltaron en la lectura. Reflexiona estas palabras. ¿Cómo esta el espíritu hablando en tu vida? Escribe en tu diario tus pensamientos.
Orar Con los puños cerrados, comienza una conversación con Dios, ya sea que necesitas gritar de angustia, confesar algo que ha sido revelado a través de este salmo, o utilizar las palabras del salmo que te hablaron. Orar es revelar las partes más profundas de tu ser a un Dios de amor. Escribe tu oración en tu diario.
Reflexionar Vuelve a leer el verso 22. ¿Qué carga necesitas poner en el Señor? Descansa en la presencia de Dios, con tus manos y cuerpo indicando tu emoción actual. Permite que las palabras que has leído y que has meditado, y que la oración que has escrito influyan en la profundidad de tu alma. En este paso descansamos en el conocimiento y en la presencia de Dios y escuchamos para saber cómo movernos de las palabras a la acción. ¿Qué notas? Registra en su diario esta impresión; este movimiento del espíritu.