Durante muchos años yo estaba convencida de que el principal propósito de la oración es nuestro propio beneficio y crecimiento. La oración cambia a la persona que ora. Aunque sigo creyendo que es un elemento importante de la oración, y algo que es cierto de todas las disciplinas espirituales, una mirada más cercana a lo que la Escritura dice acerca de la oración me ha hecho replantearme y ampliar algunas de mis creencias acerca de la oración.
En primer lugar, la oración puede cambiar nuestras circunstancias. Cuando Abraham envió a su siervo a buscar una esposa para Isaac, el siervo expresa su ansiedad y miedo al fracaso. Sin embargo, Abraham le obliga a hacer un juramento que va a encontrar una esposa para Isaac entre los familiares de Abraham. El siervo obediente toma el juramento, pero se vuelve a Dios en busca de ayuda.
- Lee Génesis 24:12-27.
- Reflexiona sobre la sencillez y la especificidad de esta oración.
- ¿Qué te dice esto acerca de Dios?
En segundo lugar, la oración nos puede cambiar. Cada vez que lo santo toca lo profano, el cambio tiene lugar. Siempre que la gracia llega al corazón, se produce la transformación. No se puede aceptar verdaderamente la gracia de un Dios que perdona sin un cambio de actitud por el cual luego nos vemos obligados a extender esa gracia a otros.
- Lee 2 Crónicas 33:1-16.
- Reflexiona sobre el tipo de persona que era Manasés antes de humillarse ante Dios.
- ¿Qué cambio ha ocurrido?
- ¿Cómo encuentras la respuesta a este cambio?
Por último, la oración puede cambiar el mundo. La oración nos mantiene, en forma individual y como el Cuerpo de Cristo, centrados en las cosas que importan. La oración colectiva, en particular, nos recuerda que somos embajadores de Cristo en el mundo, trayendo luz a la oscuridad, conquistando el mal con el amor de Cristo.
- Lee Colosenses 1:3-14.
- Resalta las palabras que expresan los resultados de la oración.
- Reflexiona sobre el impacto que ese poder y sabiduría podría tener a nivel global.
Sojourners y Peregrinas 